El objetivo original era lograr que dos computadoras pudieran comunicarse, transferir datos. Cuarenta y un años después el eje rector es compartir.
Corría el año de 1969 y el Señorcito J. R. C. Licklider, inició con un ambicioso proyecto para hacer que las computadoras pudieran pasarse datos entre sí. Inicialmente la transferencia era entre universidades. Berkeley, el Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el System Development Corporation (SDC).
La comunicación se logró, pero cada una de las entidades tenía un código de comunicación diferente. Había que crear un código común, y fue en 1990 cuando se lanza la World Wide Web.
El planteamiento al respecto es para dar cuenta que los pasos fueron agigantados y acelerados. El paso ha sido muy rápido por todas las fases de la red de redes para tener lo que ahora conocemos como Internet. Desde 1992 hemos pasado de algunos miles de host a nivel mundial a más de 350 millones de sitios de residencia en 2005.
Con la llegada de esta herramienta a la sociedad en general, también arribó un asunto que atender. ¿Cómo se sostendrían los gastos operativos de su uso/funcionamiento? La respuesta inmediata fue convertirla en un canal para anunciantes, hacer publicidad a través de ella. Suponiendo la cautividad de los usuarios ante la computadora.
El costeo de impactos verdaderamente se considera bajo, cuando se le compara con una pauta publicitaria de medios tradicionales. Sin embargo, los usuarios de Internet han evolucionado mucho más rápido que el canal mismo. Dicho de otra manera, la red propuso una forma diferente de estar en ella y el concepto share se volvió la forma de convivir.
Recientemente escuchaba a una persona hablar del potencial publicitario de Internet en el desarrollo de negocios. Argumentando que la capacidad era cuasi infinita a un costo de risa. Y añadía, la cualidad de omnipresencia de la web para poder estar en contacto con los clientes, aún estando dormidos.
De ninguna manera pretendo negar los costos actuales de accesibilidad a la red, ni la navegación constante por parte de millones de usuarios a cada momento en cualquier parte del mundo. Utilizar la red para publicitarse a la usanza antigua, por medio de un anuncio o banner o un sitio con videos, considero no es la alternativa actual.
Hagamos un ejercicio. A continuación te presento unas preguntas para que respondas según tu propia experiencia. Clicka en los vínculos para responder las preguntas.
Cuando ves un pop up o un banner publicitario ¿visitas la web sugerida?
¿Has realizado alguna compra por internet?
Si has hecho compras por internet ¿quá has adquirido?
Si has realizado compras por internet ¿ha influido un anuncio publicitario visto en la red?
Hoy día, como bien apunta mi querido amigo Alex Simón, las empresas deben comprender que existe un diálogo específico en las redes virtuales y del cual las marcas no terminan de comprender cómo se suscita y en consecuencia, se están quedando fuera de la charla.
La provisión de información que sea útil al consumidor, más allá del simple llévele, llévele. Es la clave para estar más en contacto con los clientes. Share –compartir- es la acción que está moviendo a las personas hacia sitios de interés. Ofrecer información que ayude a comprender mejor nuestro mundo es lo que hará el consumo esperado.
En definitiva, el anuncio por sí mismo entra en una debacle irremediable. La simbiosis hombre-computadora es real y debemos sumarnos en esa dinámica. De ahí el crecimiento acelerado de los blogs y de las páginas personales de las redes sociales. El consumo se realiza a final de cuentas por la información que poseo de la empresa y no por los impactos publicitarios que me inyectan las marcas.
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